En el solsticio de verano, los celtas festejaban el máximo esplendor del Sol, empezaba la maduración y los casamientos de las parejas, se bendecían honbres, animales y campos de cultivo… todo ello con el elemento maestro esa noche, el Fuego, representado por grandes hogueras que prendían esa noche. Tradicionalmente era un momento de purificación , donde se solía saltar sobre la hoguera o el caldero para conseguir un objetivo, protección, fertilidad, salud, etc… o se quemaban símbolos de aquello de lo cual uno deseaba purificarse.
Litha, como lo llamaban los germanos, significa Fuego y simboliza el fin de la oscuridad, de la esterilidad, y el comienzo de la época más fértil, en donde todo se renueva. Es la abundancia, la belleza de la tierra y el poder de la Luz.
Es un tiempo es especial para mirar internamente a las semillas que hemos plantado los meses previos y retomar los proyectos que se han dejado pendientes. Un tiempo de celebrar el final del año creciente y el comienzo del año menguante, en preparación de la cosecha por venir.
Fuente: hijasdelatierra.es